The Senses

La primera vez que fumé marihuana tenía 22 años, y desde aquella vez tengo contadas tal vez con los dedos de una sola mano el resto de veces que la he fumado. El efecto que tiene en mi es de verdad muy gracioso. Como decimos los mexicanos “se me sube el payaso” y es que me comienzan a dar unos ataques de risa INCONTROLABLES que pueden durar horas. No es algo malo, pero es una experiencia que prefiero que se quede como una que pueda repetirse en pocas ocasiones para poder disfrutarse como debe ser, eso y que en realidad tengo una personalidad intensa que no necesita de mayor ayuda para pasársela bien.

Sin embargo hace unas semanas, estuve de visita en Denver CO. Fui sin mayor plan, a visitar a amigos y resulta que por allá el uso de la marihuana con fines medicinales es legal y hay dispensarios por todo el estado, la persona con la que iba conocía varios de estos lugares y yo tenía muchas ganas de probar un comestible, así que nos decidimos por algo muy pequeño con una baja concentración de THC, una “gomita”, una vez comprado el paquete, salimos del dispensario, y sin más abrimos el paquete para probar, yo debo señalar, soy extremo cobarde para este tipo de asuntos, me imaginé que me iban a pasar muchas cosas y me acobarde de inmediato, pero mi acompañante me aseguró que era una cosa tan pequeña que seguro no sentía nada. Siendo él el experto, me sentí segura, tomé la gomita, la comí y lo primero que salió de mi boca fue un “wow!!! Sabe deliciosa!!!” Y eso fue todo.

Nos dirigimos a nuestro Airbnb y preparamos el carro así como una pequeña maleta para ir a Lost Gulch Lookout, yo me senté en un sillón y pasó por mi mente la primera vez que había probado marihuana y recordé que me daban ataques incontrolables de risa y entonces sucedió… comencé a reírme de manera incontrolable, estaba segura que la gomita empezaba a hacer efecto y cuando entró mi amigo a la habitación me dijo, -Es en serio?, no he sabido de nadie a quien le haga efecto esto de esa manera- y el ataque de risa continuo, cuando subimos al auto, yo ya había perdido todo sentido de la realidad, mi cuerpo se sentía ligero pero mi abdomen me dolía de una manera indescriptible (era la risa) mi lengua comenzó a alentarse y las palabras salían de mi boca con una parsimonia incomprensible para mi. Las ventanas del auto estaban abiertas y mi pelo revoloteaba sobre mi cara pero la lentitud con la que respondía mi cuerpo al impulso de retirarlo de mi cara era tal que cuando por fin lograba tocar mi cara no podía creer lo que sentía, era como si todos y cada uno de los átomos de mi cuerpo eran sensibles y existía un micro espacio entre la piel de mis dedos y la de mi cara. Todo esto me resultaba tan increíble e inexplicable que traté de pedirle a mi amigo me grabara para tener testimonio de lo que me estaba pasando, en mi cerebro las palabras se aglutinaban en inglés pero salían de mi boca en francés, en hebreo, en español, pero el inglés estaba completamente bloqueado, me reía de ello y mi compañero no entendía lo que sucedía, lograba entender cada palabra que me decía en inglés, mi cerebro podía procesarla, contestarla en mi cabeza pero las palabras solo salían en esos otros 3 idiomas y no lograba entenderme.

Para cuando llegamos al mirador, mis piernas no respondían y no podía salir del auto, mi boca estaba completamente seca y en mi cerebro las ideas se aglutinaban; muchas cosas pasaban por mi mente:

  • Esto es normal?
  • Imagínate si hubieras comido un brownie o algo más grande
  • Y si no hubieras estado en un estado positivo en tu vida cómo sería la reacción de tu cuerpo?
  • Por qué no puedo moverme?
  • Por qué mi cuerpo no me responde?

Y entre cada pregunta me reía de todo y nada salía de mi boca más que risas. Obtuve ayuda para salir del carro y sentarme en el mirador, mientras mi amigo revisaba el auto que por cierto,  se había sobre calentado, yo me sentía súper culpable con él al estar en ese estado tan deplorable y no poderle ayudar en ese momento y ser una carga más que una ayuda, cuando trataba de decírselo el inglés sí fluía y entonces me decía, -no, no, no te preocupes, pensé que bromeabas pero puedo ver en tus ojos que estas completamente fuera de ti, disfruta tu viaje-

Y entonces créanlo o no, comenzó un verdadero viaje, me senté en una banca del mirador y esto fue lo que ocurrió:

Frente a mi, se levantaban las montañas y yo comencé a hablar con ellas dentro de mi cerebro, me contaron la cantidad de años que llevaban en el mundo, lo que se sentía ser una montaña, que cayera la nieve sobre ellas y que los árboles crecieran en ellas y me hicieron sentirlo, me contaron también que iba a nevar pronto y debía poner mucha atención a sus cimas. En un instante me volví transparente y permeable y el viento atravesaba a través de mi cuerpo y me podía elevar como un papalote, sentí como cada uno de mis órganos sintió el viento por dentro y luego desaparecían y me fusioné con toda la naturaleza, me sentí el viento, me sentí lluvia, tierra, árbol, agua, fui todos los colores y después ninguno. Perdí por completo el sentido de la gravedad y todo mi cuerpo se elevaba, mis brazos se movían hacia arriba al igual que mis pies y perdí todo miedo, todo dolor, todo sentido porque era una con la naturaleza, fue hermoso, pero en un momento sentí absoluto pánico, no entendía lo que estaba pasando y agradecía los momentos de lucidez donde efectivamente me puse a grabar todo lo que sentía, olía, probaba y pensaba, me perdía por completo y estos momentos de lucidez se apagaban mientras mi cuerpo volvía a entrar en ese letargo, empecé a sentirme incómoda porque me percaté que había gente viéndome, sabía que probablemente se daban cuenta de lo que me pasaba y procuré meditar, cerrar los ojos fue otro viaje completamente distinto. Me percaté que era total y absoluto vacío y ahí me quedé en la inmensidad de la nada, contemplando la negrura, sentí que me quedé ahí sentada contemplando el vacío por horas enteras, perdí todo sentido del tiempo también.

Estaba oscureciendo y nos fuimos, no sé como llegué al auto, no me percaté del viaje de bajada al mirador, no recuerdo nada desde que la gomita hizo su efecto hasta que logré comer habían pasado 6 horas aproximadamente.

El hambre me invadió y comí hasta el cansancio pero mi cuerpo se seguía sintiendo diferente, de repente mi cabeza se tildaba hacia atrás sin que pudiera regresarla al mismo lugar por algunos segundos y pequeños ataques de risa acompañaban a todos los activos de mi viaje en su camino fuera de mi cuerpo, jamás había tenido una experiencia ni medianamente parecida, ni en un sueño, tal vez en una meditación pero por lapsos muy pequeños, esto, es materia de un tejido indescriptible de desmenuzar y fue fantástico. Pero al igual que aquellos ataques de risa que suelen darme cuando fumo, creo que experiencias tan maravillosas como estas no deben ser abusadas, fue, increíble porque fue único y especial y no quiero sobre escribir en esta experiencia tan bella e irrepetible, fue, lo que fue, en el momento que debió de ser, y ahí se quedará, como el día que perdí el sentido de todo para sentirlo todo, con todos los sentidos y en todos los sentidos.

(La foto adjunta fue tomada por mi en el lugar que tuve la etapa más bonita de mi viaje, y las montañas al frente son esas que describo al final del texto, la banca que ahí se ve es donde me senté a experimentar esa experiencia )

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